Le dije:
-¡Princesa!
A lo que contestó
Que no era sangre azul su sangre
Que ni era una burguesa.
Que su corazón rojo,
A la izquierda,
Dictaba fuera proletaria.
Yo le repliqué:
-No es por clase social,
Sino por belleza
Le hablaré siempre
A su señora, si entre calles
Reparte sonrisas y elegancia,
Su Alteza...
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Imaginaos el bofetón...
Para parecer tan frágil,
Tenía garras de camión.
¿Y el fallo?
No llaméis a una joven
Señora.
Esa tarde,
Me sentí obrero educado.
Esa tarde,
Se me descatalogó
De arrebañado.
P.R.ELBAL
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