El mundo es tierno,
como una burbuja
bailarina
de chocolate
en una atmósfera de
sirope.
Se acuesta borracho y
torpe
– ya sabéis,
demasiadas
miradas a la Luna –
pero se levanta
tierno, contento
de existir algo más
claro
– también de resaca,
todo hay que decirlo
-.
Sabe que la gente le
ignora,
como se ignora a los
perros
cuando se lamen el
pene.
Sabe que la gente le
desprecia,
como a veces
desprecian las viejas
a los atrevidos
jóvenes.
(No es una buena
comparación,
eso es más bien
envidia;
pero es algo
parecido).
Pero bajo todo
pronóstico,
sigue estando
terriblemente tierno,
esperando tu mirada y
la mía,
esperando tu sentir y
el mío,
mi beso y tu rechazo,
mi corazón y el
paisaje de tus ojos,
la metáfora y el
sexo,
la vida y el amor,
la muerte y el
olvido.
(Lo prometido es deuda)
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